Internet nos está jodiendo la vida
Internet nos está jodiendo la vida. Aquella promesa de poder mantener el contacto con tus amigos desde la distancia, de poder ver a tu madre en videollamada si trabajabas fuera de casa, todo aquello fue el Caballo de Troya de algo mucho más peligroso. Fue el pretexto de una revolución que lejos de mantenernos más sociales, nos ha confinado más todavía.

Todo esto antes era campo
Sección titulada «Todo esto antes era campo»La primera generación de la web nació en los 90. La comunicación era unidireccional, como lo era la televisión o los periódicos. Nacieron los primeros blogs donde aquellos que tenían algo que decir lo podían hacer sin tener que depender de los grandes medios.
Nada ni nadie podía llegar a hacerse a la idea de lo que podría llegar a pasar en unas décadas. Todo parecía tranquilo. El mayor miedo era que teóricos de la conspiración pudiesen llegar a grandes masas y pudiesen alterar el status-quo de la sociedad.
Todo esto era campo hasta que alguien decidió que nuestras relaciones físicas no eran lo suficientemente buenas.
El botón “Seguir” tan común en las redes sociales de hoy en día, fue una revolución que nos acercó silenciosamente al desastre. Ya no solo podías consumir contenido en Internet, ahora podías interaccionar con él.
Fue entonces cuando construimos nuestros círculos virtuales en Tuenti o en Instagram. Era divertido. Hablabas con tus amigos para quedar al parque o subías la fotos de la última vez que quedasteis. No había miedo de subir fotos vergonzosas. No era adictivo. Parecía que Internet estaba avanzando en el buen camino, que estaba haciendo de medio para lograr un fin, que era complementario a lo que ya teníamos en la calle.
No era adictivo porque no teníamos estímulos nuevos. Solo eran las fotos de los mismos amigos que teníamos fuera de casa. No nos quitaba mucho tiempo, porque había un momento en el que “ya no había nada más que ver”. Pero algo estaba a punto de cambiar. Esta situación podía ser perfecta para nosotros, pero las empresas que estaban detrás de todo esto tenía un problema, y muy grande: no estaban generando dinero.
Scroll infinito
Sección titulada «Scroll infinito»Me acuerdo de la primera vez que entré en Instagram y después de consumir el poco contenido nuevo que habían subido mis amigos, de repente, me encontré con un video de alguien a quien no seguía. “¿Pero qué mierda es esto? Yo no quiero ver las fotos de esta persona“. Pensaba que se estaban cargando la experiencia de Instagram y que pronto saltaríamos a una nueva red social como ya hicimos en su momento con Snapchat o Tuenti. ¿Quién narices iba a querer ver algo de alguien que no conoce?
Cuando me acuerdo de estos pensamientos que tenía hace unos 10 años me siento completamente imbécil. Me sentí como uno de mis profesores de universidad, que nos comentó que en una cata de Actimel, estaba seguro de que el producto no iba a triunfar. Tenía todo el sentido del mundo. Estas grandes plataformas tenían a millones de usuarios, pero todavía no tenían su recurso más valioso: su tiempo. Necesitaban por todos los medios que esta gente se quedase más tiempo en sus aplicaciones y el scroll infinito fue la solución a ese problema.
Antes, entrabas a Instagram, veías todo lo que habían publicado tus amigos y ya está. No había nada más para ver. Te podías ir a hacer otra cosa. Aun recuerdo le mensaje que mostraba la aplicación cuando ya lo habías visto todo:

Al principio yo salía de la aplicación. El contenido “sugerido” que me recomendaba no era lo suficientemente bueno como para quedarme. Es más, veía de forma descarada cómo estaban intentando que me quedase más tiempo dentro de la aplicación y claramente yo no iba a caer en eso.
El scroll infinito ayudó a desarrollar una nueva forma de negocio que ya hemos normalizado, pero que por aquella época era algo nuevo: los influencers o creadores de contenido, como se hacen llamar ahora. Ahora que podías seguir navegando después de haber visto todo el contenido de tus amigos, había hueco para descubrir nuevas cuentas, nuevos personajes. Previo al infinite scrolling el “boca a boca” era la única forma de darte a conocer en las RRSS. Ahora había un espacio ilimitado, un tablón de anuncios sin fin, donde millones de adolescentes empezaban a introducirse como forma de “matar el tiempo”. Esto, claramente, explotó.
Hubo algo que cambió. ¿Os acordáis de Musical.ly? Igual os suena por su nombre actual: TikTok. Al principio parecía algo normal, una red social más que intentaba hacerse un hueco entre las demás. Los primeros amigos (principalmente amigas) que empezaron a usarla no reportaban nada fuera de lo normal. Hacían coreografías con canciones en las horas del recreo en el instituto y los compartían con el resto de sus amigas. Todo privado, no había ningún afán de que aquello saliese de allí.
De forma paralela comenzaron a surgir la industria de los creadores de contenido de la que hablaba antes. Ahora que tenían más atención de los usuarios podían monetizar ese contenido y, por lo tanto, conseguir que hubiese personas que se ganasen la vida de ello. Luego hablaremos de todos aquellos que se quedaron por el camino intentándolo y las horribles consecuencias que ha tenido para muchas de esas personas.
El resumen, y para no aburriros, los videos cortos y verticales funcionaron bien. Pero que muy bien. No había que esforzarse en consumirlo. No había que leer. No había que ni si quiera interactuar con él porque ya no era contenido subido por nuestros amigos. Ahora era contenido de un desconocido. Pero esa ya no nos genera el rechazo que nos generaba antes. Ahora nos entretiene, bueno, corrijo, nos genera adicción.
For you: de redes sociales a “redes de consumo”
Sección titulada «For you: de redes sociales a “redes de consumo”»Junto con TikTok llegó otro nuevo concepto: el “for you” o “para ti” en español. Es decir, ya pasamos de mostrarte el contenido de tus amigos porque sabemos que no te importa nada y lo único que te mostramos es contenido de gente que no conoces pero que creemos que te puede interesar.
Como todo, esto se vendió de forma completamente diferente. Hablaron de la verdadera “democratización de Internet”, es decir, “dar oportunidades a creadores de contenido emergentes”. Y es que ya lo tenían todo hecho. Su círculo virtuoso estaba en marcha. Ya había millones de personas deseando hacerse “influencers” creando contenido, lo único que tenían que hacer era conectar a esos creadores con las personas que usaban la aplicación y que derrochan horas y horas de su día en contenido que vagamente recordarían al día siguiente.
Pasamos de las redes sociales a las redes de consumo. Al buffet libre de Internet, pero no te tienes ni que levantar a por la comida, ellos te van a traer la que consideran que es la mejor para ti. Y desgraciadamente ahora son jodidamente buenos haciéndolo. Años y años recopilando información de cómo te comportas han dado sus frutos y ahora los algoritmos de recomendación de estas plataformas son realmente buenos. A la vista está, que son capaces de mantener embobados hasta a aquellos que nos mantenemos más escépticos con todo esto.

Al rededor de un 7% del contenido que se consume en redes sociales es contenido de “amigos”. Han dinamitado lo que ellos mismos inventaron hace unas décadas atrás. El botón Seguir y el de Me gusta ya no son importantes, ya no significan nada. Ahora lo único que importa es el tiempo que eres capaz de conseguir que alguien se quede viendo tu contenido. Que no se vaya de la aplicación.
Lo que antes se incentivaba, para lo que fue creada la web, ahora se penaliza. Ni se te ocurra poner un link externo en Twitter (X) o no mandes a tus seguidores a una tienda que no sea la tienda de TikTok, porque penalizaremos tu contenido y lo mandaremos al “foso”. Si lo comparten con sus amigos a través de la plataforma: bien, pues así dentro de unos minutos tendremos dentro a otra persona viendo ese vídeo que le has pasado y con suerte, más.
En Instagram, por ejemplo, si accedes al Reel que te ha pasado un amigo, se genera un feed infinito automático para que sigas haciendo scroll. Sin saber cómo, lo que iba a ser un simple vistazo al contenido que te pasó un colega, acabaron siendo 30 minutos perdidos. ¡Y sin saber por qué! Quieren que quieras más, más y más.
Más, más y más
Sección titulada «Más, más y más»Cuanto más contenido consumimos, nuestros circuitos de recompensa necesitan cosas cada vez más novedosas. Es por eso por lo que ya muchas veces te aburre el contenido que ves de tus amigos. Por eso es importante que no sigas a nadie. Porque si los sigues, al final te acabarás aburriendo de su contenido y el aburrimiento es sinónimo de dejar de scrollear.
También buscamos información cada vez más estimulante. Ya no nos vale un video de alguien haciendo una receta, ahora necesitamos un video de alguien “comiendo 100 horas sin parar por Japón”. Lo gore y lo hardcore se viraliza, lo demás, parece que se penaliza.

También pasa lo mismo con el porno, otra batalla silenciosa que parece que se está librando en un plano diferente, pero que es la misma mierda. Cada vez más contenido de violaciones, de incesto, porno hardcore, dominación, … Las fotos de la Interviú ya no nos sirven, ahora tenemos todos los videos que queramos sin tener que pasar por la vergüenza de tener que ir al quiosco. Ya incluso hemos dejado de tener miedo de meter nuestra tarjeta en sitios eróticos de pago. Mientras millones de jóvenes (principalmente chicos) se están jodiendo la vida con ideas absurdas e irreales de cómo funciona el sexo, miles de chicas se la están jodiendo subiendo videos a Internet por unos pocos euros.
Sesgo de supervivencia
Sección titulada «Sesgo de supervivencia»El sesgo de supervivencia nos dice que la gran mayoría de esas chicas se quedarán por el camino. La creación de contenido es la mayor estafa que nos han enseñado a los jóvenes de mi generación. Con suerte sólo habrás subido un par de tiktoks haciendo el idiota con tu amiga. Pero puede que hayas caído en algo mayor y tu contenido íntimo esté publicado por todo Internet.
Y ya no solo me refiero a plataformas como OnlyFans (las cuales están siendo blanqueadas a diestro y siniestro). El contenido erótico está llegando al resto de redes sociales. Aunque las políticas de estas plataformas no sex-friendly son firmes, es muy difícil moderar todos los contenidos que se publican cada hora.

Y cuando todas estas creadoras de contenido se dan cuenta de que esto no era la gallina de los huevos de oro, es entonces cuando se dan cuenta de que dar “marcha atrás” es completamente imposible. Su contenido explícito está por todo Internet. Da igual si lo han borrado de la plataforma en la que lo publicaban, posiblemente el contenido haya sido distribuido también por centenares de foros sin su consentimiento. Muchos de estos foros tienen servidores localizados en países remotos cuyas políticas no tienen ningún tipo de compasión por estas chicas que entran en cuadro de depresión, que pierden el contacto con sus familias y que se ven completamente solas y estafadas por una promesa que nunca llegó.

Y mientras estos creadores intentan adherirse al cada vez más famoso “derecho al olvido”, su contenido sigue rodando por ahí, disponible para cualquiera que tenga un dispositivo con conexión a Internet. Accesible incluso para aquellos más jóvenes.
A los que vienen
Sección titulada «A los que vienen»Yo ya tengo 26 años. No nací con un teléfono debajo del brazo, pero siempre tuve la tecnología cerca desde muy temprano. Yo supe desde muy pequeño a lo que me quería dedicar, así que todas las cosas que les pedía a mis padres siempre tenían que ver con la tecnología. Utilizaba todas estas cosas para cacharrear, por lo menos al principio. Después me convertí en uno más. Las redes sociales me cazaron cuando aun todavía eran eso: redes sociales.
Esto me ha permitido ver en cierta forma cómo han ido avanzando las cosas. Siempre he tenido una visión analítica y me gusta relacionar los acontecimientos actuales con la historia para sacar conclusiones. He tenido la suerte de vivir las dos caras de la moneda, pero hay gente que no. Hablo de los niños que sí han nacido con el teléfono debajo del brazo, o mejor dicho, enfrente de sus ojos. Y es cada vez vemos a más niños (incluso bebés) con móviles en la mano. No juzgo a sus padres, no tiene que ser fácil mantener a un niño tranquilo, pero es que igual no tenemos que tener a los niños tranquilos. Los niños juegan, se mueven, se caen, rompen cosas, se pegan entre ellos, pintan las paredes, … ¿No nos parece preocupante que un teléfono sea capaz de mantenerlos tranquilos durante tanto tiempo? Es como si estuviesen drogados, como si los niños hubiesen dejado de ser eso mismo, niños.
Durante estas edades es vital que los niños hagan lo que se supone que tienen que hacer los niños. A estas edades es cuando se realizan la gran mayoría de conexiones neuronales, cuando cablean los circuitos de recompensa. Niños que no paran de segregar dopamina por sus venas, que no saben lo que es aburrirse, que no conocen la frustración. No creo que todo esto vaya a salir bien.
Algo está cambiando
Sección titulada «Algo está cambiando»Mirad, yo me dedico a esto. Siempre supe que quería ser ingeniero y dedicarme a la tecnología, pero cada vez tengo más dudas sobre lo que estamos haciendo. La tecnología siempre fue un medio para lograr un fin, para ayudar a las personas. Pero ahora se está convirtiendo en un fin en sí mismo.
Aun siguen enmascarando toda esta falsa en un lema absurdo que está ya más que obsoleto: conectar a personas. Las redes sociales ya no conectan a personas entre sí. Conectan a personas con una pantalla. Yo ya he crecido. Ya no tengo tantos amigos como tenía antes. Ya no tengo esa necesidad de estar siempre conectado con ellos. Son mis amigos, los quiero, me importan, hablo de vez en cuando con ellos por WhatsApp, pero poco más. Intento favorecer los encuentros reales a los virtuales. Sin embargo, sigo pasando 14 horas a la semana delante de mi teléfono.
Hay días que siento que es una batalla que tenemos perdida. La tecnología está tan interiorizada en nuestra vida que resulta difícil desprenderse de ella. Me mantengo escéptico con cada cosa nueva que se presenta al mercado. Ya no pienso en todo lo bueno que nos puede aportar, si no en todo lo malo que nos va a generar.
Cada día veo las consecuencias que todo esto ha generado en la sociedad y que ya son difícilmente reversibles:
- Dificultad para mantener la concentración
- Cada vez nos es más difícil ver películas
- Las canciones son cada vez más cortas, ya rara vez pasan de los 3 minutos cuando antes era lo normal
- Aumento de la ansiedad social, sobre todo en los más jóvenes
- Nos cuesta terminar de leer un libro
- Incapacidad de comprometerte con algo o alguien a largo plazo
- Gratificación instantánea en vez de apostar por el “long game”
- Exceso de aburrimiento
- Ya no nos hacen felices aquellas cosas que antes si lo hacían
- Dificultad para obtener placer
- Esperar más de una semana por un pedido nos parece impensable
Por suerte, y aquí voy a acabar con una dosis de optimismo, tengo la sensación de que cada vez nos estamos dando más cuenta de esto. En mi afán por encontrar semejanzas con el pasado, esto se parece a cuando fumar era algo guay que era recetado incluso por médicos para tratar la ansiedad. Con el tiempo salen cada vez más estudios hablando de los problemas que Internet y las RRSS están generando sobre la población, sobre todo los más jóvenes. Cada vez estamos más cerca de ver cómo estas empresas acaban frente a las cuerdas, acabando de una vez por todas con una de las epidemias más grandes y silenciosas que hemos vivido en los últimos siglos.